J.L. BRETONES / DIARIO DE ALMERÍA
Agrupación Deportiva Almería (La foto no corresponde al partido)
De aquel 26 de abril de 1981 se cumplieron recientemente 30 años. Probablemente la fecha en sí no le diga nada a ningún lector. Les refresco la memoria a los más talluditos e ilustro a los jóvenes: la A.D. Almería jugó el último partido de su historia en el Franco Navarro en Primera División. El equipo estaba ya matemáticamente descendido varias semanas antes, pero había que salvar la honrilla.
Teniendo en cuenta que el anterior partido en casa había sido contra el Barcelona (2-5) y había costado un pastón verlo, el de la despedida ante el Zaragoza llenó poco más de la mitad de las gradas del entonces flamante campo. Y no fueron mal las cosas para los rojiblancos: último partido y victoria.
Jugaron por la A.D. Almería en su despedida de la categoría: Cendoya; Paniagua, Prados, Camacho, Maxi; Guzmán, Cabral, Tarrés, Martínez; Paquito (Guzmán 45') y Rolón. Faltaban titulares como César, Piñero y Murúa. Se adelantaron los visitantes con un gol de Modesto a los 27 minutos; pero tras la reanudación, dieron la vuelta al marcador Martínez (52'), Guzmán (55') y el incombustible Rolón (88') a quien cupo el honor de haber marcado el último gol en Primera.
Igual que ha sucedido 30 años después, la temporada fue un desastre en todos los aspectos. La directiva contrató de entrenador al veterano Arsenio Iglesias, quien fue destituido a mitad de la segunda vuelta; lo sustituyó Enrique Alés, muy querido en Almería pero a quien la categoría le venía grande. Los refuerzos fueron malos y veteranos, ya de vuelta en el fútbol: Alvarito, Tanco, Charles, Prados, Guzmán… El equipo quedó último clasificado, con sólo 19 puntos, eso sí, en 34 partidos y cuando las victorias valían 2 puntos: 6 ganados, 7 empatados y 21 perdidos; con la puntuación actual serían 25. Marcó 30 goles a favor y encajó 66. Los máximos goleadores fueron Rolón (7), Murúa (5) y Guzmán (4).
Aquel descenso tuvo consecuencias catastróficas: los jugadores denunciaron ante la recién creada y beligerante AFE quien, en una decisión salomónica, obligó al equipo a jugar en Segunda la temporada siguiente sólo con juveniles y aficionados, más los pocos profesionales que tenían contrato en vigor. El resultado, desaparición.
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