REDACCIÓN | DIARIO DE ALMERÍA
Falta que él mismo había provocado tras un claro manotazo de Ilori. Amarilla al central granadino y lanzamiento desde la frontal, un poco retirado, bueno para la estrategia. Jonathan se queja del fuerte golpe en la cara mientras se coloca en el interior del área para que Corona marque la jugada a ejecutar. El talaverano la pone blanda al segundo palo, donde se eleva imperial Torsiglieri y la toca hacia el punto de penalti. El burquinés ve el hueco, acude con todo al remate. Solo, balón botando en el área chica, portero vendido, la ocasión ideal. Pero las ansias le traicionan y no sólo golpea horrible y por encima de la portería, sino que encima se lleva un costalazo tremendo con Óscar Díaz al resbalar.
Por suerte había sido fuera de juego y el fallo queda aminorado, pero Jonathan se queda tendido sobre el césped, dolorido, medio atontado por el golpe. El juego sigue, pero en la siguiente jugada el africano se queja de su clavícula y algo mareado tiene que ser atendido por el doctor Antonio Ríos, que pide el cambio porque no ve al jugador en buena forma. Una lástima porque su trabajo había sido bastante bueno.
Jonathan fue una de las novedades en el once por los problemas estomacales de Rodri. Francisco lo situó en punta y echó a Óscar Díaz a banda, algo parecido a lo que planteó contra el Betis la pasada jornada. La intención del míster rojiblanco era llevar el balón hasta la mediapunta y que el africano, con su punta de velocidad y su buen giro en carrera, le buscara las espaldas a los centrales. La otra opción era un balón largo, un saque fuerte de Esteban para que Jonathan controlara y le diera tiempo a la segunda línea a llegar.
Pese a que el Granada quiso tirar la presión arriba, la buena disposición táctica del equipo permitió estar tranquilos, robar y salir para que Jonathan hiciera sus desmarques. Desde el principio, el Almería lo buscó, quiso que entrara en contacto con el balón para que descargara y confiara en que su velocidad era fundamental para crear nervios a la defensa local. En los dos primeros balones no estuvo fuerte y se los robó Murillo, pero en la tercera que tuvo se animó, tras un gran pase interior de Aleix Vidal. Aunque no pudo hacerse con él y Karnezis despejó, la jugada metió a Jonathan en el choque y aumentó la intensidad, que ya tenían sus compañeros y que era vital para ganar ayer.
Con el gol, el Almería se serenó y el Granada perdió los nervios. Los rojiblancos sabían que era el momento de tener el balón y correr de centro del campo para arriba. Jonathan iba a tener espacios, iba a tener ocasiones porque era el más veloz de los veintidós presentes. El africano confiaba en que la segunda parte era la suya. Pero nada más comenzar se llevó dos goles, el segundo tan duro que le costó el cambio.
Con la victoria el golpe duele menos
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