domingo, 5 de febrero de 2017

Harakiri en Vallecas (1-0)

Harakiri en Vallecas (1-0). La vida sigue igual

La vida sigue igual
Antonio Puertas pelea un balón en la banda con el debutante rayista Jordi Gómez

Cinco fichajes y seis salidas después, el Almería adolece de las mismas carencias
Regala el 1-0 con un gol en propia puerta de Vélez propiciado por la pasividad de Ximo y Fidel falla un penalti
06 Febrero, 2017 

Ni tan siquiera la combustión interna en la que ha vivido sumido el Rayo Vallecano durante la semana con el asunto Zozulya coleando y la posterior 'limpia' de vacas sagradas que hacía Rubén Baraja en la convocatoria sirvió para que la UD Almería arrancase su primera victoria a domicilio del curso. Y no lo hizo porque aunque Soriano ya dispone de cinco caras nuevas para suplir a la media docena que marcharon, el equipo sigue jugando a lo mismo, que es la nada más absoluta.

Si algún entendido en la materia tuviera que definir la etapa del técnico maño al frente del conjunto rojiblanco la calificaría como vacía. Vacía porque el equipo, 24 jornadas después, todavía adolece de un plan de juego definido y, si eso no fuera lo suficientemente grave, tampoco muestra signos de ensayar la pizarra porque no saca rédito a ninguna jugada de estrategia.

Al contrario, las suele desperdiciar, como ocurrió ayer con multitud de saques de esquina en Vallecas. La cosa llega al punto de que ya ni se materializan las penas máximas. Fidel se dispuso a lanzar una penalti cometido por Manucho sobre él mismo que podía significar el empate en ese momento y, tras hacer un amago de 'paradiña', lanzó bastante centrado facilitando la estirada del meta Gazzaniga, que se cobraba así su particular venganza en nombre de su hermano, Gianfranco, el meta al que los gestores unionistas mantienen en el limbo, sin entrenar con el el primer equipo ni poder jugar con el filial.

Karma le llaman a esas cosas, como también debe serlo que se encaje el cuarto gol en propia puerta en lo que va de curso. Una vez puede ser casualidad, dos quizá mala suerte, tres incredulidad, pero a la cuarta el cuerpo técnico debería hacer introspección y empezar a pensar que si eso ocurre es porque al área llegan balones muy francos y comprometidos desde las bandas para que los zagueros puedan despejarlos con un mínimo de solvencia y eficacia.

Ayer le tocó el turno a Fran Vélez tras el doblete de Ximo (a Tenerife y Elche) y el de Trujillo al Córdoba, pero pese al poco ortodoxo despeje a portería propia del mediocentro tarraconense (era más difícil meterla que darle aire) lo cierto es que la acción nacía de la pasividad de Ximo en el costado diestro.

Lo del lateral fue un canto continuado a la estulticia futbolística, pues se dedicó a deambular por su zona de acción sin molestarse por ejecutar las misiones encomendadas. Tanto es así que Álex Moreno y Diego Aguirre tuvieron la T-4 abierta por esea banda, ya que Ximo ni hizo por defender, ni tampoco aportó en el aspecto ofensivo.

Lo más surrealista y sorprendente del asunto es que pese a tener en el banquillo a otro lateral como el italiano Motta y un central como Morcillo, Soriano no reaccionó a la gravedad del boquete que tenía abierto por la derecha, siendo Javi Álamo la víctima al descanso para dar entrada a Fidel, que salió con chispa.

En todo el primer tiempo solo la vergüenza torera de Pozo rescató algo digerible con un pase en profundidad para Nano tras caracolear en el vértice del área concluido con un centro al área del malagueño que Álamo no supo definir al verse con el balón encima. La docilidad de Ximo aún provoca el 2-0 antes del descanso, con una percusión de Aguirre como cuchillo en mantequilla y asistencia a Comesaña, que tuvo tiempo de controlar en el área pequeña y rematar a portería, topándose con los reflejos de Casto.

En la reanudación el Almería dio batalla durante un cuarto de hora, justo el tiempo que tardó en provocar el penalti Fidel y acto seguido fallarlo. Luego, en pureza, parecía el Rayo el que iba por detrás en el marcador porque fueron los de Baraja quienes más buscaron el gol. En su haber en la recta final, una incursión de Quini culminada con disparo alto de Embarba llegando desde atrás y otro chut elevado de Quini a raíz de una pérdida de Yoda.

Soriano quemó naves sacando a jugadores de perfil ofensivo como el propio galo o Juanjo, pero una cosa es ser atacante y otra bien distinta tener la pólvora presta y dispuesta. El equipo tiene un '9' que aún no ha visto portería y a otro que hace lo que puede, pero nadie lo remedia. Y aquí, jornada tras jornada, la vida sigue igual. Nadie se digna a dimitir.
Harakiri en Vallecas (1-0)

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