domingo, 3 de mayo de 2015

Olé, olé, olé, olé, olé, olé y mil veces olé

ALMERÍA B | GRANADA B
El irreductible carácter del B saca adelante un duelo que equivale a tres cuartos de promoción de ascenso a Segunda. Fiesta, baños y cánticos en el vestuario por una clasificación virtual, pero aún no matemática
PABLO LAYNEZ | Diario de Almería

Dani Romera pelea un balón con Morante en una contra.

Y un millón de olés más. Si el Mediterráneo tuviera puerta grande, ayer tenía que haberse abierto para que la plantilla del Almería B saliera a hombros. Y Miguel Rivera bajo palio. Quizás puedan pensar que esta entradilla es exagerada si todavía no se ha conseguido la promoción de forma matemática, que puede ocurrir esta tarde si Linense y La Roda fallan ante La Roda y Cacereño respectivamente, pero es lo único que le sale del cuerpo a uno después del espectáculo que ayer ofrecieron los rojiblancos y que es una constante a lo largo de la temporada.

Fue un ejercicio de tesón, de responsabilidad, de ganas, de sacrificio, de lucha por unos colores y una idea. Es un equipo fiable, que sabe lo que tiene que hacer y lo hace, que se deja hasta la última gota de sudor por el compañero. Puede estar más acertado o más espeso, pero cuando uno juega con el corazón, transmite. Y esa emoción que desprende hace que el público se levante de sus asientos y acabe con las manos coloradas de tanto aplaudir. La afición es el jugador número 12, pero es que todos los futbolistas de Rivera y el malagueño el primero, se convierten en el hincha más fiel, puesto que se animan y se levantan los unos a los otros en esos minutos en los que el rival te acosa. Es la metamorfosis equipo-grada, grada-equipo. El contexto ideal en el que vive un equipo puntero, grande.

Y tampoco hay que olvidar la fortuna. En el último segundo se plantó solo Martín y su disparo se fue al palo. Esa misma jugada al primer equipo le cuesta un gol y una decepción. Pero cuando la dinámica es positiva y todo va sobre ruedas, la flor germina. No hay un por qué racional, en ese momento decisivo el viento sopla más fuerte para desviar el balón, los topos mueven las tierras para que la trayectoria cambie, el sol lanza de forma oblicua sus rayos para escandilar al adversario y que su remate no sea certero. Cualquier cosa ocurre, es la suerte del campeón y el Almería B no sólo la ha tenido, sino que también la ha merecido.

La imagen por un lado de los jugadores abrazados y aplaudiendo desde el centro del campo, exhaustos por el esfuerzo; y por otra la de Miguel Rivera sentado solo en el banquillo, bebiendo un Aquarius para recuperar el resuello perdido después de dejarse literalmente la garganta y la vitalidad en el área técnica, hablaban por sí solas. Después de 93 minutos de un fútbol para nada de Segunda B, las pocas fuerzas que quedaban se gastaron en el vestuario, donde hubo cánticos, saltos y baños. El propio técnico acabó empapado y dio la rueda de prensa con una camiseta de entrenamiento. ¡Imagínense cómo acabó la camisa que llevaba! Y eso que todavía la promoción no está asegurada y que una victoria en Murcia ante el UCAM podría dar la segunda posición, pero en el fútbol valen también las sensaciones y ésas ayer fueron las que mandaron.

El partido también ayudó a creérselo. La salida en tromba del filial hacía presagiar que la tarde de ayer iba a ser de ésas que no se olvida. La sociedad almeriense Puertas-Romera funcionó a las mil maravillas y en menos de diez minutos habían puesto dos picas en Flandes. El de Benahadux ahora sí es el jugador que quería Rivera, ese futbolista desequilibrante y letal, capaz de hacer un regate increíble, dar un pase maravilloso y asistir como Laudrup, mirando al tendido. Dos balones de oro para que el cañaero recuperara el olfato goleador y pusiera las cosas muy de cara. De hecho, Dani tuvo el tercero instantes después, lo que hubiese sido comerse la guinda del pastel antes del segundo plato, pero el meta visitante lo evitó. Por no masticar bien la carne, el primer plato se le iba a terminar atragantando a los rojiblancos, que después de minutos preciosistas y de jugar como los ángeles, vieron cómo el Granada B se metía en el partido.

Fue después de un exceso de confiaza de Gianfranco. Un fallo que no empaña la gran temporada que ha hecho. Un error que se perdona porque ha salvado muchos puntos esta temporada y, de hecho, ayer mismo sacó dos balones prácticamente imparables. Pero antes de convertirse en salvador, no atajó uno que venía blando y Denilson puso el 2-1. Mejor para el espectáculo, peor para el corazón de los aficionados que sufren con el primer equipo y también con el filial.

La jugada que iba a marcar el partido llegó nada más comenzar la segunda parte. Jugada de Cuero que, a trompicones consigue llevarse el balón y encarar la portería almeriense. Ahí Míchel decide jugársela y lanza una moneda al aire. Zancadilla y roja en la frontal. Uno menos y que sea lo que Gianfranco quiera. La tensión se cortaba con un cuchillo en el Mediterráneo cuando chutó Machis y el meta se luce. El que poco después hizo de las suyas fue Dani Romera, para forzar la expulsión de Carmona e igualar las fuerzas. Y en el último segundo Martín tiene el empate, pero el palo lo evita. Salió cara la moneda de Míchel.

UD Almería B: Gianfranco, Antonio Marín, Charlie, Míchel Zabaco, Javi Pérez; Carlos Selfa, José Ángel; Iván Sánchez (Rubén Díaz, m. 74), Antonio Puertas, Mario Martos (Joaquín, m. 65) y Dani Romera (Hicham, m. 84).

Granada CF: Dimitrieski; Corozo, Morante, Huertas, Álex Carmona; Uche (Sulayman, m. 77), Boateng (Sergio Martín, m. 74); Bravo, Machís, Denilson (Nico, m. 59), y Wilson Cuero.

Goles: 1-0, m.2: Dani Romera. 2-0, m. 10: Dani Romera. 2-1, m. 24: Denilson.

Árbitro: López López, del colegio castellano-manchego. Amonestó a los locales Carlos Selfa y José Ángel y a los visitantes Denilson, Huertas, Sulayman y Dimitrieski. Expulsó al local Míchel, por roja directa (m. 64) y al visitante Álex Carmona, por doble amonestación (m. 80). También expulsó a Ricardo Molina, encargado de material de la UD Almería B (m. 69).

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo sexta jornada del Campeonato de Liga de Segunda División B, en su grupo IV, celebrado en el Estadio Juegos Mediterráneos ante unos 600 espectadores.
Olé, olé, olé, olé, olé, olé y mil veces olé

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