Aleix Vidal tuvo un partido trepidante
· El catalán invirtió ayer papeles: en vez de que el lateral le defendiera, fue él quien tuvo que perseguir a Luso
· Buscó los desmarques a las espaldas en velocidad, pero los pasadores no estuvieron nada finos
PABLO LAYNEZ / DIARIO DE ALMERÍA
Como si fuera el correcaminos de la ACME, no había trampa ayer que frenara a Aleix Vidal. El catalán corrió delante y hasta detrás del coyote porque su equipo así lo necesitaba. No fue el Almería de toque y posesión de balón que se ha visto esta temporada, por lo que tampoco fue el Vidal de desborde y buenos centros de las tardes de mayor agobio y presión sobre su rival. Ganar partidos como el de ayer sirve para que las credenciales por el ascenso no se caduquen.
Lucas Alcaraz sabía que el Girona iba a salir a por todas y le temía. Por ello, no le importaba estar agazapado atrás, con las líneas bien juntas y cerradas. Los que más iban a sufrir eran los hombres de las bandas y el mediapunta. Ahí, Aleix Vidal tuvo que sacrificarse y sudar litros y litros más para evitar un gol que para conseguirlo. Sin balón, el catalán se sentía raro. Juanma Ortiz, en la derecha, sí que es un jugador más acostumbrado a ser un sabueso, pero el tarraconense necesita tener contacto con el cuero. Así que, como no se lo daban, no le quedaba otra que correr como un loco para buscalo.
Coro, un habilidoso extremo que se estancó en el Espanyol de Barcelona, era la pieza a la que debía de marcar un maltrecho Jakobsen, aún convaleciente de su esguince de tobillo. Por lo tanto, a Aleix le tocaba echarle una mano. Sin embargo, el danés cubrió bien al atacante y liberó un poco de esa misión a su compañero. Pero con el Girona echado hacia arriba, el lateral local Luso se animó y le complicó la vida a Vidal. Entonces el cuenta kilómetros del tarraconense se disparó: carrera hacia arriba en busca de alguna contra no muy bien llevada por su compañeros, esprint hacia abajo para evitar superioridad de los gerundenses por la derecha.
Con la parcela defensiva más o menos controlada, Aleix era el primero que siempre se sumaba al ataque. Durante la primera parte sí que tuvo una buena llegada, aunque su centro con la zurda se quedó corto y Erencia, antes de la lesión de rodilla, pudo sacarla. Pero la falta de precisión en los pases era la cruz que llevaba colgada el extremo. Les ganaba bien las espaldas a los defensores, pero cuando esperaba el pase al hueco, se quedaba compuesto y sin balón. Pudo celebrar sobre el césped el gol de Juanma y acto seguido, Bernardello le sustituyó para darle un respiro.
Muchas carreras, poco balón
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