domingo, 12 de febrero de 2012

El derbi termina en el minuto 30

Palomino expulsa a Alcalá y la UD jugó con nueve :: FELIPE ORTIZ

:: Sólo media hora de partido ::
El CD Roquetas aprovechó la situación para sumar tres puntos de gran importancia cara a sus intenciones de salvar la categoría
JUANJO AGUILERA | IDEAL ALMERÍA

En el Estadio de los Juegos Mediterráneos se enfrentaban dos equipos necesitados de triunfo, si bien era el CD Roquetas el más afectado por la escasez de resultados positivos y fue el que se llevó el gato al agua. Eso sí, en un partido en el que Palomino Núñez se cubrió de gloria con su actuación. Primero porque sacó una roja, en el minuto 17, a José Antonio que mermó a los de Francisco, sobre todo con vistas al futuro. Lo de Alcalá pudo ser una decisión más justa. Lo de los goles fue la consecuencia. El de la UD Almería B, de penalti y materializado por Cristóbal -al que no tuvo más remedio que quitar cuando la situación empeoró-, los del Roquetas fruto de la superioridad que sólo se vio en la recta final. Hasta que llegó el primero, parecía que el nivel de fuerzas era manifiesto, aún estando jugando uno con once y otro con nueve.
Cristóbal puso, en el minuto 6, la firma al gol de la UD Almería B y Kike Rivera, sin ser el autor del primer gol roquetero, fue clave para que lo hiciese Zamora. Luego marcó Mario y el último lo puso el citado Rubén Rivera de una buena acción a la contra en un partido en el que los locales le pueden pedir explicaciones a Palomino Núñez, que destrozó lo que hubiese sido un buen derbi.

El gol y poco más
Con dos equipos necesitados de puntos, fue el que menos prisas tenía y que menos necesitaba la victoria el que se adelantó en el marcador del Estadio de los Juegos Mediterráneos. Los rojiblancos habían arrancado con más posesión, aunque con sólo cinco minutos de juego era prematuro hablar de dominio. Pero ese tiempo fue lo que tardó la UD Almería B en adelantarse en el marcador. La acción fue iniciada por Cristóbal. El malagueño vio la entrada por banda derecha de José Ramón y le mandó un balón que el delantero rojiblanco trató de acomodarse dentro del área para disparar. Sin embargo, Raúl Guillén lo evitó y Palomino Núñez, a instancias de su auxiliar, sancionó la acción como penalti. Éste, lanzado por el propio José Ramón, sirvió para que el equipo de Francisco se adelantara en el marcador y se descargara de tensión para pasársela al rival de turno.
A partir de ahí, el Almería perdió el timón del partido. Primero porque trató de matar el encuentro con fútbol a la contra, basándose en Abel Molinero, y después porque las decisiones arbitrales fueron minando al conjunto capitalino que, en el minuto 14, se quedó con uno menos por interpretar que José Antonio había golpeado con el codo a Grillé.
Con uno menos, el filial tuvo que mirar más a aguantar el resultado, pero sin descuidarse de salir. Por momentos tocó con sentido y no notó la inferioridad numérica. Mantuvo el pulso ante un Roquetas sin presión arriba, carente de un hombre-gol que pudiera aprovechar los pocos balones que llegaban al área del conjunto rojiblanco. En el 17 dispuso de la primera, pero Beltrán estaba un metro más adelantado que la defensa del cuadro capitalino y el árbitro anuló un remate que se fue al fondo de las mallas de la meta defendida por Gianfranco.
Durante el cuarto de hora siguiente, el equilibrio fue la tónica de un partido sin llegadas al área. El Almería B retrasó a Sebas Iriarte hasta que, en el minuto 32, dio entrada a Ramón Azeez, en lugar de Cristóbal, para colocase en esa posición, obligado en esta ocasión por la expulsión del central rojiblanco Alcalá, al derribar al roquetero Zamora al borde del área, entendiendo que era el último defensor. El conjunto roquetero ya mandaba y se le presentaba una ocasión franca para sumar tres puntos importantes, pero careció de profundidad para hacer daño a la meta rojiblanca. Sólo lo pudo lograr en alguna acción a balón parado, en concreto en el lanzamiento posterior a la falta que provocó la expulsión de Alcalá. Raúl Guillén fue el encargado de ejecutarla pero Gianfranco Gazzaniga despejó el peligro.
De ahí hasta llegar al descanso, apenas si hubo fútbol, a uno porque no le interesaba jugar y sí que pasaran los minutos de partido y al otro porque no podía, pese a disponer de una ventaja numérica de dos jugadores.

Apuesta
Esteban buscó otra alternativa a un partido que se le escapaba, porque el filial rojiblanco se había hecho fuerte pese a las dificultades. Los cambios no cambiaron la situación. Fue el tiempo. Eso sí, el Roquetas mantenía la sobriedad defensiva que sólo era puesta en peligro por las acciones individuales de Abel Molinero, el jugador con más clase del equipo rojiblanco. Pero en ataque apareció Rubén Rivera para canalizar el fútbol de ataque del conjunto rojillo. De sus pies nació el primer gol roquetero, en el 56. Su entrada por la derecha acabó con un buen centro al borde del área pequeña que Zamora remató al fondo de las mallas, ajustado al palo derecho de la meta defendida por Gianfranco.
Un gol que provocó cierto desequilibrio en el estado anímico de un cuadro rojiblanco que aguantó en la pelea mientras pudo. Se fue desinflando y en el 60 Rubén Rivera apareció de nuevo, aunque en esta ocasión no pudo con Gianfranco, que despejó el remate a saque de esquina.
Se veía ya un partido roto, en el que sólo se jugaba en el área rojiblanca, cuyos defensores achicaban balones como agua de un barco hundido. Se sucedían las ocasiones. En el 65, un disparo de Kike Vázquez a pase de Rubén Rivera y en el 66 situación idéntica salvada por Gianfranco con una estirada con la pierna izquierda cuando se cantaba el gol de la remontada.
Este llegó de falta directa que fue más carga legal que otra cosa. Era el minuto 70 y Mario la ejecutó perfecta. Javicho en dos ocasiones y Azeez en la prolongación de la segunda impidieron que el Roquetas estirara la ventaja. Ésta la aumentó Rubén Rivera en el 88, en una jugada personal con disparo ajustado al palo que cubría el meta y que permitía a los de Esteban sumar una victoria que le da vida. Ganó el que más lo necesitaba, pero pudo pasar otra cosa.
Sólo media hora de partido

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