Capitalinos y ejidenses se vieron las caras en pretemporada sobre el maltrecho césped del Antonio Peroles de Roquetas de Mar
PABLO LAYNEZ / DIARIO DE ALMERÍA
Da igual la categorías, las siglas, que se trate del primer o segundo equipo. Los enfrenamientos entre equipos de la capital y El Ejido siempre tienen un morbo especial. Tal es así que la afición vivía con la misma intensidad los choques que disputaban los primeros equipos en Segunda y los que disputaban sus filiales cuando ambos estaban en Tercera División hace unos años. De hecho, los rojiblancos le quitaron en la penúltima jornada a los celestes la ocasión de meterse en promoción de ascenso a Segunda B.
Precisamente en esta misma categoría, debido a la buena planificación deportiva y económica de uno y a las injerencias e inviables deseos de grandeza que ha sufrido el otro, se ven por segundo año consecutivo las caras el filial del Almería y el primer equipo del Poli Ejido. Los de Francisco se han convertido en un auténtico filial para Lucas Alcaraz [por vez primera se está contando con gente de la casa], mientras que los recién cogido por Héctor Berenguer viven permanentemente con la espada de Damocles sobre su cabeza.
El Poli Ejido llegó a subir una temporada antes que la Unión Deportiva Almería a Segunda, pero se sumió en presupuestos desorbitados y su único afán era acabar la temporada por encima de su máximo rival. Sin una dirección deportiva coherente y tras mucho dinero derrochado, el equipo descendió de categoría y ahora mismo está pagando las consecuencias de todos aquellos dispendios. Tal es así que la temporada pasada, entonces con Julio Velázquez en el banquillo, los jugadores celestes se pusieron en huelga por no recibir sus huelgas y amenazaron con no jugar en Lorca. Incluso este verano el Poli descendió a Tercera por no cumplir ante la AFE, pero un anacronismo legislativo le permitió seguir en Segunda B al estar acogido a la ley concursal, normativa que ya ha sido modificada porque lo único que hace es aumentar la deuda y evitar que los jugadores reciban la recompensa por su trabajo.
Sea como fuere, las plantillas de ambos equipos quieren centrarse sólo en el plano deportivo y rezan porque lo económico vaya bien, aunque toda la Segunda B vive en un permanente caos. De momento, el único que tiene una tímida sonrisa es el filial rojiblanco. A los de Francisco le está costando un mundo sacar los partidos adelante en casa. El Mediterráneo se convirtió en su peor enemigo hasta que un gol en la prolongación ante el San Roque devolvió la confianza. Un punto en Puertollano y otra victoria casera ante el Ceuta, en este caso en Copa Federación, han evitado que sonara la alarma.
Esa calma en la que se ha instalado por méritos propios el filial es la que busca también el Poli Ejido. Los celestes se presentan en el Mediterráneo, donde la temporada pasada arañaron un valioso empate, como últimos de la fila y tras el varapalo que supuso caer derrotados en el derbi del Poniente ante el Roquetas en casa. Desde que venciera en la primera jornada al Villanovense por 4-1, que le sirvió para colocarse como líder, el cuadro ejidense no ha vuelto a ganar. Pero en un derbi los números siempre están de más.
Siempre será un derbi
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