Ni un motivo para sonreír
La cara de Pozo, durante el partido de Tenerife, lo dice todo / Agencia Lof
Los números de la UD Almería sólo dan quebraderos de cabeza y un 'ultimátum' para Soriano, que se juega el puesto el próximo domingo frente al UCAM
JUANJO AGUILERA | ALMERÍA 20 febrero 2017
Si se analizan los números de la UD Almería, después de la derrota del pasado sábado en el Heliodoro Rodríguez López frente al CD Tenerife, no hay ninguno que permita esbozar una sonrisa, aunque sea ligera. Lo cierto es que esta UD Almería no da motivos para mostrarse esperanzado en que conseguirá el primero y más esencial de los objetivos, el de la permanencia en la Liga de Fútbol Profesional, en la que lleva compitiendo desde que, de la mano de Juan 'Casuco', la conquistara al término de la temporada 2001/02.
Lo cierto es que lo visto en Tenerife el pasado sábado es otro borrón más en el expediente del equipo rojiblanco, extenso desde la temporada 2014/15, en la que se ganó 'a pulso' el descenso de Primera División, después de un 2015 'malo', que cerró sus conquistas a domicilio el 8 de febrero con aquel 1-2 en el Nuevo Arcángel, en el que Michel Macedo firmó los dos goles, pero cuya consecuencia a la competición no sirvió para mucho. Y eso que era la quinta victoria a domicilio, tras las sumadas en San Sebastián, La Coruña, Vigo y Málaga.
El caso es que con el del sábado, el Almería suma once derrotas a domicilio, no ve puerta en las últimas tres jornadas y lo de ese día en las 'Islas Afortunadas' fue un cúmulo de despropósitos cometidos ante un rival que, es verdad, no dio sensación de peligro en la primera parte, pero en ella puso el marcador a su favor y no necesitó sufrir para conservarlo, en gran medida porque la UD Almería no dio el paso que, con la derrota, debió dar antes de llegar al descanso.
El Almería no tiene gol, lo demuestra que en ocho de los últimos once partidos se quedó a cero
De este modo, para la UD Almería comienzan las finales y puede que a doble vuelta, porque no queda otra que reaccionar a costa de sumar puntos en casa y fuera. El del domingo próximo, frente al UCAM Murcia, puede sentenciar a Fernando Soriano en el banquillo, caso de no lograr la victoria. Alfonso García, el presidente rojiblanco, lo manifestó así a la conclusión del partido en el Heliodoro Rodríguez López, consciente de que es obligatorio hacer algo más para conseguir cambiar la pésima dinámica del equipo.
Otra derrota más
Al margen de que sean ya dos años sin ganar fuera del Estadio de los Juegos Mediterráneos nada más que el 'célebre' partido de la pasada temporada ante la SD Ponferradina -el 17 de abril en El Toralín-, aquello debería aceptarse como 'borrón y cuenta nueva' porque aquel campeonato terminó con la salvación y lo que se juega ahora es otra competición. Lo que sucede es que las sensaciones que depara el equipo, con su comportamiento, no son mejores que las de entonces.
Ciñéndose a la actual temporada, el equipo rojiblanco no muestra mejoría, aún con la llegada de cinco jugadores de los que todos han debutado, pero no todos han dejado la impronta de ser los que vayan a sacar al equipo del pozo. Borja Fernández es, con creces, el que mejor rendimiento está dando, pero su aportación sólo vale para mejorar en el balance defensivo, el que se argumentó para su llegada. Bien es cierto que ha bajado el peligro de los rivales, pero no corta la 'sangría' y se sigue perdiendo, por fallos puntuales, pero fallos al fin y al cabo.
De los demás, sólo Marco Motta, aún falto de ritmo de competición, ha aportado algo más, porque Javi Álamo se diluyó tras los 69 minutos de Cádiz y los más de 80 frente al Oviedo. Yoda no ha dado lo que se esperaba de él, por lo visto en sus dos partidos, frente al Rayo Vallecano -casi testimonial- y ante el Girona. Su ausencia en Tenerife puede ser significativa al respecto del rol que podría pedírsele para el futuro.
Malos hábitos
Desde el último partido 'ganado de forma contundente' frente al Elche -victoria por fútbol que no por goles-, el equipo rojiblanco no ha sido capaz de tener continuidad en los resultados -tampoco antes-. Desde entonces, sólo ha ganado dos partidos -el del 2-1 frente al Mallorca y el del 3-0 frente al Real Oviedo- de los últimos once y lo peor es que sólo hay dos empates en esos tres meses de enfrentamientos, que se cumplirán el próximo domingo frente al UCAM.
El problema de los almerienses es que en esos once partidos se ha quedado sin marcar en ocho encuentros y en los otros dos, el tanto logrado en Anduva no sirvió nada más que para poner en aviso al Mirandés, que le dio la vuelta al marcador, como se recordará, después de dos errores de marcaje que fueron aprovechados por Álex Ortiz y Maikel Mesa.
Se podría decir que solamente son estadísticas y que estas podrían romperse en cualquier momento o que están para romperlas, pero lo cierto es que esa sensación de ruptura surge cada semana y eso no pasa desde el primer desplazamiento de la presente temporada liguera por un rendimiento deficiente como el del pasado sábado, en el que la reacción, como ha sucedido tantas otras veces.
La del Heliodoro Rodríguez López fue la última, en la que todo quedó viciado desde el inicio. Un sistema de juego nuevo que quedó inutilizado en el minuto 8 y que no se rectificó hasta el inicio de la segunda parte, cuando tal vez no era necesario esperar al cambio -la entrada de Fidel- y hubiese bastado con adelantar a Joaquín al centro del campo para hacer las cosas de un modo diferente.
El caso es que lo del pasado sábado en el Heliodoro Rodríguez López fue otro tropiezo más que tuvo consecuencias a la conclusión del partido. El presidente de la entidad, que fue tajante para señalar que Fernando Soriano estaría en el banquillo rojiblanco el domingo a las cuatro de la tarde en lo que calificó como final frente al UCAM Murcia, también dejó claro que «si no conseguimos sumar puntos hay que tomar alguna decisión importante» por mucho que las intenciones son las de estar «aguantando e intentaremos que siga Soriano en el banquillo. Siempre he creído y creo en él para ser el entrenador del Almería, pero tenemos un problema si no ganamos los partidos».
Ni un motivo para sonreír
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