OPINIÓN · CUANDO EL GANAR LO ES TODO
CÉSAR VARGAS 5 octubre 2016
Francisco estuvo ayer en los micrófonos de Radio Marca Almería y nos confesó que, cuando estuvo diez jornadas seguidas sin ganar en Primera, fueron los jugadores los que dieron la cara por él, motivo por el que el club decidió darle un último voto de confianza que, a la postre, terminó saliendo bien. No era difícil creer en un entrenador que mostró un estilo de juego vistoso, que generaba ocasiones de gol y que, para colmo, estaba adornado por un vestuario que creía a muerte en el proyecto.
Francisco cambió a raíz del triunfo en Mestalla. Se dio cuenta de que, con un equipo tan endeble, era mejor optar por un fútbol más conservador y arañar puntos como se pudiera. Cosas del fútbol, me gustaba más el técnico que estuvo diez jornadas sin vencer que el que terminó logrando la salvación con el Almería. Francisco, en un gesto que un preparador debe saber llevar a cabo, modificó su filosofía hasta adaptarla a un equipo con muy pocos recursos. Sin embargo, fue su juego atrevido y con argumentos el que hizo que todos siguiéramos confiando en su figura pese a la ausencia de resultados positivos. Si durante esas diez jornadas el Almería hubiera practicado un fútbol ramplón, ni el vestuario ni la directiva ni la afición habría creído en el proyecto. Fue el estilo el que salvó al entrenador.
Ahora no hay nada de eso. Soriano está encabezando a un Almería tristón, a la deriva y sin nada a lo que aferrarse. Sin un estilo de juego definido. Sin una defensa segura ni un ataque eficaz. Sin, ni siquiera, todos sus mejores jugadores sobre el campo, con un Pozo suplente y desquiciado que ya está haciendo visible su malestar. Cuando se dan motivos futbolísticos para creer, los puntos no lo son todo. Cuando no hay nada a lo que agarrarse, las victorias son el único bálsamo. Este último es el caso del Almería de Soriano pero, para colmo, con 6 puntos de 24 posibles.
Cuando el ganar lo es todo
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