| ACTUALIZADO 10.01.2016

Jonathan se lleva un balón que conducía Quique, que es objeto de falta en esa jugada.
Tiene las mismas virtudes y los mismos defectos que el día de su debut. Es cierto que Jonathan ha mejorado tácticamente, son ya muchos los años que lleva en el conjunto rojiblanco, no es aquel bisoño atleta que con más ilusión que fútbol debutó en Europa ante el Melilla con el Almería B en el Campo Municipal Juan Rojas. No le costó mucho llegar al primer equipo, más allá de aquel penoso episodio que está repitiendo Azeez, y hasta este año ha portado el brazalete de capitán en muchos partidos.
Pero el de Burkina Fasso está estancado, no ha llegado al cien por cien de su capacidad por la precipitación con la que juega. Físicamente es un portento y seguro que de los más veloces de la categoría, técnicamente es todo lo contrario, un jugador del montón que no genera todo el peligro que debiera cuando se le presentan acciones tan claras de cara a la portería contraria. De hecho, sus números goleadores no son propios de un extremo con tanta llegada.
No ha dudado Gorosito en darle la titularidad en los dos partidos que ha jugado, después del estropicio que se inventó Carrillo al situarlo en el doble pivote ante el Huesca. Con el argentino ha vuelto a su zona natural, al extremo diestro, donde puede explotar su principal, y quizás su única hasta el momento, virtud: la velocidad. Si bien ante la Llagostera estuvo más gris y entró menos en contacto con el balón, ayer su influencia fue importante. La mano de Gorosito se notó en Anduva, después de un primer partido en el que era más importante ganar como fuera que jugar bien al fútbol.
La consigna ante el Mirandés era clara: cambios constantes de banda para coger la espalda de los laterales locales, que vivían permanentemente en el campo rojiblanco. Así, Jonathan tuvo auténticas autovías por la banda derecha. Una vez sí y otro también, Soriano y Lolo Reyes pateaban al espacio libre, en el que el burkinés siempre aparecía. El problema venía cuando tenía que controlar y generar la jugada. Se trastabilla con el balón, se lía en el pase, el remate raramente va entre los tres palos, sus centros suelen acabar en saque de puerta...
Esas décimas de segundo que necesita un jugador de calidad para frenarse y buscar la mejor opción, no los aprovecha un Jonathan al que la portería se le hace enorme cuando tiene un tiro claro. Por eso a los 20 minutos vio cómo Corral le quitaba de las botas un balón claro de gol. En la segunda tuvo otra muy clara, de cabeza en el área pequeña. Su remate no fue ni a portería. Jonathan sigue negado, pero por lo menos aporta llegada y desequilibra defensas, algo que le faltaba al Almería.
Si no fuera por esa 'pata de palo'
No hay comentarios:
Publicar un comentario