martes, 30 de septiembre de 2014

Édgar agradece el apoyo de Francisco con goles


«Si apuesto por ti no puedes fallarme». Édgar agradece con goles decisivos a un Francisco que lo quiso pese a opiniones en contra
JORDI FOLQUÉ | IDEAL ALMERÍA

Édgar Méndez (Tenerife, 1991) supo antes que nadie que estaría en la primera plantilla de la UDA este pasado verano. Bueno, más bien, que entrenaría con los del primer equipo. Cuando todos (prensa y aficionados) hacían cálculos y especulaban sobre los que se irían y los que llegarían, el canario ya había recibido la notificación de que estaría entre los convocados en el primer entrenamiento. Cuando el club comunicó oficialmente que entrenaría, otros muchos lo daban como el primer descartado. Eran los que valoraban lo hecho durante su estancia de medio año en Jaén y el otro medio en Tenerife. Pero ni se paraban a pensar que todo venía por una decisión (apuesta) de Francisco. El técnico almeriense se tuvo que 'pelear' con algunos en el club rojiblanco para que Édgar, al menos, hiciera la pretemporada.

El preparador ya lo conocía. Era uno de los que él ha llamado 'suyos'. De los que le respondieron a la perfección cuando lo tenía de pupilo en el filial de la UDA. De los que más potencial ha visto. De los que quería tener. No hizo falta que pidiese a ninguna estrella de la Liga BBVA. Al que pidió, contra viento y marea, fue a Édgar. Tenía contrato todavía con el Almería. Así que desde la dirección entendieron que tampoco perdían mucho. Vamos, no perdían nada. Contentaban al entrenador con esta petición y como mucho estarían un mes con el jugador antes de mandarlo a otro equipo.

Mientras que las conversaciones entre el Almería y Francisco se sucedían (antes de que comenzase la pretemporada), también hubo otras entre el entrenador y el jugador. El técnico le pidió a la directiva que quería a Édgar tras hablar con el canario. Tras decirle que apostaría por él y que no podía fallarle. Cuando comprobó que la respuesta del '17' era la afirmativa, tanto con palabras como con sensaciones, Francisco peleó por él ante todo y ante todos.

Ahora la 'papeleta' le tocaba al extremo. Un jugador que cada vez que veía ciertas informaciones leía su nombre como el primero que podría salir cedido en el mercado de verano. En IDEAL siempre afirmamos que sería, en caso de salir alguno, el último en irse de la terna que se barajaba como los que se tenían que ganar el puesto (Okoro, Quique González y el propio Édgar). Dependía de lo que hiciera en los entrenamientos y en los partidos.

El extremo no se esperó a disfrutar de las vacaciones y partir de cero junto al resto de sus compañeros. «Yo no partía de cero. Yo tenía que ganarme el puesto y adelantar a mis compañeros», afirmó el canario hace unas semanas. Justo lo hizo cuando el club confirmó que había pasado el casting y había 'entrado en la casa'. De ahí que en sus vacaciones ya hiciera una particular pretemporada. Lo hizo por él y también para que nadie le pudiera decir a su valedor que se había equivocado. Quiso ser agradecido con Francisco. Cada entrenamiento iba para reforzar la vinculación de los dos.

En plena pretemporada, Édgar se fue ganando el respeto de todos. Los que lo habían visto jugar y entrenar decían que era otro del de temporadas anteriores. «Ha crecido de manera espectacular. Está en camino de ser futbolista profesional. Ahora sí puede ser importante», manifestaron a este diario personas que han estado cerca del delantero en los últimos años. El que más y el que menos siempre significaba que todo «se debía a Francisco. Cuando un entrenador te da confianza y, como en este caso, da la cara y se la juega por ti, no puedes fallarle. Édgar no le fallará. Y el beneficiado de todo será el Almería», aseguraron.

Pero ni estas personas que sabían la especial relación entre jugador y técnico pensaban que todo se desarrollaría tan pronto y rápido. «Ha aprovechado su oportunidad. O la está aprovechando porque esto es un trabajo diario que debe tener sus frutos. Ya está empezando a tenerlos el club», insistían a IDEAL.

Cuando se habla de la rapidez con la que se han desarrollado los acontecimientos, basta con mirar la pretemporada y el inicio del campeonato liguero. Édgar iba dando pasos. Cada vez teniendo más protagonismo. Hasta que en Albacete marcó el gol de la victoria (1-2) y el club lo aseguró para la primera plantilla. Aunque era un amistoso. Faltaba por ver si en la Liga BBVA la confianza mutua seguiría. Y así fue. Francisco lo puso de titular ante el Espanyol y el canario respondió con la espectacular jugada que supuso el tanto de Fernando Soriano. Era su estreno en la elite y no lo pudo hacer mejor.

También ha habido tiempo para cometer errores y saber levantarse por la confianza del técnico. Como ante el Getafe. No jugó, para nada, su mejor partido. Ni se encontró en ataque ni tampoco ayudó como se espera en defensa. La presencia de Jonathan con su selección hizo que siguiese como titular ante el Córdoba. Momento para estrenarse como goleador. Borraba el gran error en el sur de Madrid. Su estreno entre los grandes. Otro motivo más de alegría. Eso sí, solamente sirvió para empatar el choque.

Tres partidos en ocho días
Con todos disponibles, el Almería afrontaba tres partidos en ocho días. Cambio de esquema para jugar en Anoeta. Daba igual. Otros perdían el puesto. Édgar siguió desde el inicio. Más trabajo que en otros días. Tenía que ayudar en defensa más que aportar en ataque.

Ante el Atlético de Madrid se quedó en el banquillo. Algunos hasta comenzaban a preguntar por su suplencia. Sorprendidos porque había sido un jugador 'diferente' en un equipo que, esta campaña, mira más la labor defensiva que irse todos al ataque. Todo tenía su explicación. Francisco lo quería en plenitud de condiciones físicas para visitar Riazor. Era el encuentro más importante de los tres. Por tanto, Édgar debía estar 'fino'. El técnico pensaba que, salvo cambio obligado, jugaría todo el partido. No lo cambiaría.

Su velocidad y disparo desde la frontal (casi el único que lo intenta) deberían darle ya puntos a los rojiblancos. Había funcionado la estrategia. Había funcionado la seguridad atrás. Faltaba una de las cualidades de Édgar. Y así sucedió. El almeriense demostró tener todas las posibles variantes que pudo ofrecer el choque en su cabeza en la previa. El guión salió tal y como tenía previsto.

Hasta la guinda. Una guinda que ha estado viendo desde hace más de dos años. Que el curso pasado no pudo pulir con sus propias manos. A la que le dijo en junio que si apostaba por él no podía fallarle. La que está poniendo un nuevo nombre en el firmamento futbolístico en una lista cada vez más grande exportada desde el Estadio de los Juegos Mediterráneos. De las que considera como suya. Un gol con celebración colectiva. Un gol con celebración entre los dos. Ambos saben lo que les costó que Édgar marcase en Riazor. No fue solamente el disparo. Ha sido mucho más en una historia todavía sin final. Una historia que está escribiendo sus primeros capítulos.
«Si apuesto por ti no puedes fallarme»

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