domingo, 23 de junio de 2013

La afición marcó primero, la UD hizo el resto

La locura rojiblanca que se dio durante toda la jornada se contagió entre los jugadores del Almería
S. GONZÁLEZ HUESO | IDEAL ALMERÍA

Las personas que eligieron un bar para ver el partido convirtieron los goles de la UDA en una locura compartida :: reportaje fotográfico: MULLOR

ALMERÍA. Un partido de más de ocho horas. Así fue y todo gracias a la maravillosa afición de la Unión Deportiva Almería. Pero también del equipo, que culminó el sueño de los aficionados en el terreno de juego. El partido empezó a las 17.45 horas de ayer. A esa altura de la tarde el Almería ya había marcado el primer gol. El Girona por debajo del marcador, otra vez. El primer golazo no fue el de Vidal. No, fue el que entró por la escuadra tras un remate certero del número doce de la UDA: la afición rojiblanca.
Un millar de seguidores se congregó en las puertas del Hotel Elba, lugar donde velaban armas el equipo de Gracia en las horas previas al trascendental encuentro que se viviría horas después. Colores de guerra rojos y blancos. Gente con banderas, gorras, o niños en brazos. Seguidores con los ojos vidriosos viendo el monumental gentío allí reunido. Todos animando, aupando, llevando al equipo en volandas hacia la victoria más importante en un lustro.
Tras salir los jugadores del hotel y marcharse entre vítores y proclamas de una afición entregada, se formó una columna humana de más de 500 personas que ocupó una de las vías adyacentes del Hotel. A la avenida del Mediterráneo de repente le apareció un carril anexo de color rojiblanco.
El recorrido, bajo un sol abrasador, hacia su marcha hacia el estadio con sonidos de claxon, tambores y coplillas futboleras como banda sonora. Y así hasta el pitido inicial del árbitro. En el coliseo un llenazo total que se notó cuando el mosaico decoró la salida de los jugadores al terreno de juego. Otra vez estaba el equipo arropado por una afición entregada, abnegada y emocionada. El Almería no solo tenía ya ventaja por el gol de Charles del partido de ida, también tenía a la afición.
Pero desgraciadamente en el coliseo rojiblanco solo caben aproximadamente 15.000 almas, por lo que la mayoría de los aficionados de la UDA se tuvieron que conformar con verlo cómodamente en sus casas junto a amigos y familia o en una terraza de la capital con una cervecita y un aperitivo. Que bien mirado tampoco está tan mal.
Las calles semivacías y los bares con el fútbol a tope y sin butacas por ocupar. «¡Otra cerveza, que pronto seremos de primera!», decía un aficionado veterano casi subido a la silla que había reservado con anterioridad.El ambiente era de primera, y se podía palpar respirando el aire que algo bueno iba a ocurrir. Así fue.
Entre tanto el Almería movía la pelota con total superioridad. Gol de Vidal: la locura. Un estruendo recorrió las calles. Un gol cantado a plena garganta que certificaba la superioridad del equipo almeriense y la entrega de una ciudad con su equipo. La conjunción perfecta de la que todo el mundo participa. Más unidos que nunca. Y entonces Charles decidió que la afición merecía no sufrir y metió uno y después otro. Abrazos, besos y sonrisas kilométricas. Almería lo había logrado. De primera.
La afición marcó primero, la UD hizo el resto. Ideal

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