domingo, 23 de junio de 2013
El Mediterráneo dejó de ser azul para ser rojiblanco
El pitido final del partido fue aprovechado por los aficionados para invadir el terreno de juego
J. GABRIEL GUTIÉRREZ | ALMERÍA
Impresionante, de poner los 'pelos de punta', fue el ambiente vivido ayer antes, durante y después del partido contra el Girona FC, que pasará a la historia con similar e inolvidable recuerdo, a los anteriormente vividos por la afición almeriense a los AD Almería-CD Castellón y UD Almería-SD Ponferradina. Dentro del recinto, que ayer albergó su segundo ascenso a Primera División, era impresionante el colorido rojiblanco que imperaba en la totalidad de las gradas del Estadio de los Juegos Mediterráneos.
A diferencia de los dos anteriores envites que llevaron a Almería a disfrutar de un equipo en la élite del fútbol español, un dato muy llamativo. El generado por un alto porcentaje de jóvenes aficionados, con camisetas rojiblancas con el escudo de la UD Almería, animando sin cesar al equipo dirigido por Javi Gracia.
Como no podía ser de otra manera, hubo lleno absoluto, con 15.123 espectadores que llevaron a colocar el cartel de 'No hay entradas'. En las filas de gradas más bajas de todo el anillo del recinto, infinidad de pancartas de todas las peñas de la UD Almería, de banderas del equipo, de España y de los países nativos de jugadores rojiblancos. Poco antes de comenzar el partido, los cánticos de apoyo a su equipo, del medio millar de seguidores del Girona FC, fueron 'apagados' por los de la afición almeriense, dirigidos por la 'batuta' de la peña Grada Joven.
Cánticos
El 'repertorio' ofreció en su mayor parte cánticos en los que imperaron el 'A Primera, oé' con el añadido del 'Que viva España' y del 'Soy español'. Con la aparición del 1-0, la primera gran explosión colectiva de júbilo. No era para menos, ya que el tanto marcado por Aleix Vidal ponía más en franquicia el camino hacia Primera División.
Después, con el 2-0 conseguido por Charles, el delirio alcanzó cotas inimaginables. En las gradas del Estadio de los Juegos Mediterráneos comenzaron a repartirse abrazos, apretones de manos y besos. Se empezaba a tocar la gloria y el sueño de volver a ver al equipo representativo de Almería entre los más grandes de fútbol español parecía cada vez más una realidad que eso, un sueño. Pero quedaba más. El 3-0, otra vez con la firma de Charles, a falta de 21 minutos para acabar el partido, ya era un marcador prácticamente imposible de remontar para un Girona FC que tiraba la toalla y sumía en la desilusión a su medio millar de seguidores.
Minutos antes del pitido final, comenzó a quedar claro que los ruegos de no invasión de campo al término del partido sería bastante complicado que se cumpliesen. La adrenalina acumulada durante la fase regular del campeonato, sobre todo en el tramo final del mismo y muy especialmente en los envites del play off contra la UD Las Palmas y ayer contra el Girona, había que 'soltarla'. Y cuando Jaime Latre indicó que el envite había finalizado, lo que se auguraba. El verde impecable del terreno de juego se difuminó en muy pocos minutos y se tiñó totalmente de colorido rojiblanco.
Lo que pasó, desde ese momento hasta pasadas las 23.00 horas, fue agradablemente increíble e inolvidable. Hubo 'manteos' a jugadores y técnico, baños de champagne, abrazos de felicitaciones por doquier y explosión total de júbilo y sentimientos rojiblancos.
Al presidente del club, Alfonso García Gabarrón, la afición le pidió que botase. Y el presidente botó. No era para menos. Bajo su mandato, la UD Almería volvía a disfrutar de un ascenso a Primera División. Solamente un año, tras cuatro temporadas de militancia en la misma, había tardado el club rojiblanco en volver a la Liga de las Estrellas.
En los aledaños del Estadio eran cientos los aficionados que esperaban a los jugadores y componentes de la UD Almería para ovacionarles al subirse al autobús que les iba a llevar a recorrer la ciudad. Y por las todas las calles de Almería, el claxon de los coches dejaba muy claro que había llegado otra fecha para el más grato recuerdo del fútbol almeriense. Con el apagón de las luces del Estadio de los Juegos Mediterráneos, el silencio y la reflexión de que había albergado otra histórica cita y de que, como testigos, había predominado la juventud de la misma, con el sentimiento rojiblanco de la UD Almería, del equipo de su tierra, por bandera. Y eso, sin lugar a dudas, es muy positivo y gratificante.
El Mediterráneo dejó de ser azul para ser rojiblanco. Ideal
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