SD HUESCA 2-2 UD ALMERÍA | El Acta de Vivancos
Parece que ciertas decisiones las tomase el técnico rival
Centelles celebra el tanto del empate con Chumi y Lopy / UDA
Ramón Gómez-Vivancos García
27 de octubre 2024
Todos los conjuntos tienen sus virtudes y sus defectos y la labor de cada entrenador es la de esconder las carencias y exhibir las virtudes que día a día observa. En el caso de Rubi con la UDA, más bien parece que ciertas decisiones las toma el técnico rival. Empecemos por la portería, ya que puede que haya sido la primera vez en mi vida de casi 50 años de análisis futbolístico, fuera y dentro de los medios, que presencio una decisión tan delirante a ojos de cualquier aficionado con un mínimo de conocimiento futbolístico y de la psicología más básica.
El hecho de no darle continuidad a la titularidad de Fernando descubre que algo no funciona ahí adentro. No sé si Rubi no carbura en su idea futbolística y psicológica o si la orden vino de otro lugar, pero con esa ignominia deportiva lo único que puede hacer un entrenador es desestabilizar a cualquier plantilla al retar a la más pura lógica, además de tirar piedras contra su propio tejado y la del guardameta, al que colocó a los pies de los caballos presionándole de forma absurda, con la posibilidad de restarle caché en un momento tan inoportuno para él.
A las primeras de cambio salió retratado el cancerbero portugués, que casi nunca sale del área pequeña, con su mal despeje en el primer gol encajado. Eso sí, vino precedido del enésimo error a balón parado frente al equipo más efectivo de la categoría en esas lides. Para contrarrestar el juego aéreo del rival, base de todo a balón parado, Rubi se dejó en el banquillo a Radovanovic que, dentro de lo que hay, va decentemente de cabeza. Cómo no, se encajó un tanto más de forma absurda.
Para más inri, se deja en el banquillo a Arribas, un jugador que a día de hoy marca diferencias en la categoría sin tampoco ser un mega crack, pero el madrileño dispone de esa magia y de ese marchamo de gol clave para desatascar partidos en estadios como El Alcoraz. Y es que la aportación del titular en Huesca Melero está siendo paupérrima en los últimos tiempos y el regalo, en vez de castigo, fue el disputar el choque completo cuando ni se lo está mereciendo ni tiene condiciones físicas para ello.
O sea, que nos encontramos dentro de las deficiencias que toda plantilla tiene, varios puntos en los que el técnico hace que su plantel parezca peor de lo que realmente es. Y no es la primera vez. Ante esto, la resolución final del partido ante el Huesca nos deja un agrio empate a domicilio que parece más bien logrado por las individualidades (no es la primera vez) que por el trabajo táctico y agresivo de un conjunto al son de unas decisiones contrarias al más básico de los conceptos futbolísticos más obvios.
No olvidemos que ante el Albacete se venció con las mismas dudas, las de un equipo inconsistente, el más goleado de la categoría. Es más, me atrevería a decir que gracias a las intervenciones de Fernando las dos últimas victorias se lograron por encajar tan sólo un tanto. A esta plantilla, con sus defectos y virtudes, se le puede extraer bastante más, y me da que Rubi no lo está logrando.
El talento ofensivo, el que sale de dentro y no se machaca a diario como el defensivo, está salvando los muebles de un equipo que junto al Zaragoza es el máximo goleador de la categoría, si el Granada no lo impide mientras redacto estas líneas, logrando tres tantos en la segunda mitad de su partido frente al Levante. Como remate final, dio vergüenza ajena escuchar las declaraciones de Rubi tras el encuentro acerca de la forma de atacar contra uno menos.
Comentó el técnico catalán que se hizo lo que se debía, o sea, bombardear a centros el área contraria. ¿De verdad que es eso lo que enseñan en las escuelas de entrenadores cuando un conjunto con talento ofensivo, y sin grandes cabeceadores, debe atacar a su oponente encaramado atrás con uno menos? ¿De verdad? No lo creo...
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