
Fran Fernández saluda a Anquela en los prolegómenos del partido ante el Huesca el pasado domingo. / RAFAEL GONZÁLEZ
Al club se le ha agotado el plazo de interinidad que concede la Federación y debe hacerle ficha profesional a Fran Fernández o anunciar nuevo técnico
PACO GREGORIO Almería, 14 Marzo, 2017
La UD Almería se ve entre la espada y la pared a la hora de decidir quién será el inquilino del banquillo hasta final de temporada. El plazo de quince días de interinidad que concede el reglamento federativo ha expirado y el club está obligado ya a formalizarle ficha profesional al técnico del filial o, en su defecto, anunciar que un nuevo entrenador se hace cargo del equipo.
La elección de Alfonso García no es sencilla por cuanto en su acierto o desatino irá aparejado el futuro deportivo del club, a 4 puntos de la permanencia con 13 jornadas por delante. El dilema radica en darle las riendas a Fran Fernández con todas las de la ley o apostar por otro nombre que, en caso de ser Salva Ballesta, no cumpliría ni de largo con el perfil anunciado tras la destitución de Soriano.
EL DILEMA NO ES FÁCIL YA QUE FRAN SE HA GANADO SEGUIR Y SI VIENE ALGUIEN DEBUTARÍA ANTE EL LÍDER
Entonces Raúl Lozano, que ayer se reunía en Águilas con el presidente para volver a abordar el asunto, se metió en un charco innecesario cuando en su presentación como director deportivo admitió buscar como relevo a un hombre que conociera el club y a la plantilla. La delicada situación clasificatoria provocó que los primeros nombres se cayeran del cartel, por lo que el salmantino tuvo que virar su objetivo a riesgo de tragarse un discurso del que ya, de un modo y otro, es reo.
A favor de Fran Fernández está que en apenas dos semanas de trabajo poco más puede hacer nadie con un equipo que andaba cadáverico. El almeriense lo ha recuperado anímicamente logrando el primer triunfo a domicilio del curso, si bien en el aspecto físico no se pueden obrar milagros en quince días.
Si el empate se hubiera producido en Lugo y la victoria en casa ante el Huesca pocos dudarían hoy de que es el idóneo para intentar la complicada empresa de la salvación, pero el zapillero ha tenido la mala pata de topar en casa con un hueso como el conjunto de Anquela, en un partido que dejó fría a parte de la afición unionista.
La entidad debe andarse con pies de plomo a la hora de desginar al candidato porque el domingo en el Mediterráneo, y pese a verse a merced del rival durante muchos momentos, la grada estuvo de nuevo al lado del equipo y lo cierto es que el apellido Ballesta despierta recelo en ciertos sectores al no poder acreditar experiencia en los banquillos más allá de su periplo en el filial del Málaga.
Pocos entenderían que se prescinda de un técnico que conoce la estructura del club y ha demostrado conocer a los futbolistas del plantel, para traer a alguien sin un currículum acreditado. Lo malo es que quienes pueden presumir de experiencia no están por la labor de dejarse su buena hoja de servicios en el intento.
A toda esa ecuación habría que unirle el factor de que en caso de la llegada de una cara nueva tendría que debutar en el feudo del Levante, líder intratable hasta la fecha, marcando registros históricos en la categoría de plata. La infinita paciencia mantenida con Soriano lastra ahora la posibilidad de fallar en la elección porque el banquillo necesita estabilidad y no quedaría margen para movimientos a la desesperada.
Garrido recibe el alta y Álamo tiene para tres semanas
El plantel rojiblanco trabajó ayer en el Anexo con una sesión de recuperación con dos principales novedades. Por un lado el alta médica que recibía Carlos Garrido, debutante con el primer equipo en el partido ante el Real Oviedo y que al día siguiente cayó lesionado; el defensa del filial estuvo ejercitándose al margen con trabajo específico y por primera vez trabajaba con normalidad con sus compañeros. La otra noticia que dejó el día, en este caso negativa, fue la lesión de Javi Álamo en los isquios de su pierna derecha, lo que va a provocar que sea baja estimada durante las tres próximas semanas.
Entre la espada y la pared
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