
Soriano, con las manos en los bolsillos, sigue las evoluciones del partido ante el UCAM, el último que dirigió como técnico de la UDA. / JAVIER ALONSO
Por la razón que sea, Soriano no ha sabido transmitir su idea de fútbol a sus pupilos, no siempre un buen jugador lo sabe hacer
Es joven todavía y podrá intentarlo en el futuro
RAMÓN GÓMEZ VIVANCOS-GARCÍA 27 Febrero, 2017
Fue una pena llegar a la previsible situación de ayer, aunque aun así la sufrida afición supo estar a la altura al expresar con moderación su lógico enfado. Causó verdadera impotencia el hecho de ver cómo más de un jugador deseaba la derrota y la consecuente destitución de su técnico. Los minutos finales, con el UCAM emulando al Brasil de los 70 y toreando a los rojiblancos en el Mediterráneo, como si la diferencia en el marcador fuera amplia, pasará a un triste lugar de la historia de la UDA. Lo malo de todo esto fue que se veía venir y que se han perdido bastantes jornadas. Desde estas líneas se insistió semanas atrás de todo ello. Por la razón que sea, Soriano no ha sabido transmitir su idea de fútbol a sus pupilos. No siempre un buen jugador lo sabe hacer. De hecho, jugadores fracasados sí han triunfado en los banquillos. Soriano es joven todavía y podría intentarlo en el futuro, pero casi desde el primer encuentro de la pasada campaña se vio su falta de tino a la hora de dirigir y de tomar decisiones desde un banquillo. No puedo estar de acuerdo con la apreciación del presidente al término del choque sobre la aportación del exentrenador rojiblanco en las últimas jornadas de la anterior temporada, en torno a que Soriano fue quien supo salvar a la entidad del descenso a Segunda B. No, fueron básicamente los números de Gorosito, por encima de un fútbol vistoso o no, los que posibilitaron que se llegara a la recta final con cierta esperanza, porque la salvación se logró pese a Soriano. Y es curioso, porque el centrocampista sí que era un maestro para comandar a sus compañeros como líder de una plantilla. Soriano ha pecado de amiguismo a la hora de confeccionar alineaciones y eso también le ha podido pasar factura. Ha dado bandazos a diestro y siniestro y nunca supo plantear una estrategia convincente con el objetivo de anular las virtudes del rival de turno. Ni siquiera, con el partido de ayer de cara al comienzo de la segunda mitad, aunque fuera de manera injusta, se pudo sacar adelante un decisivo choque que en otras circunstancias, pese a la buena labor de Francisco, se podía haber ganado. Y es una pena. Quizá se ha jugado con fuego al llegar a esta situación enfilando la recta final de la competición, si bien la salvación no está inalcanzable. No merece la pena ahondar más en el partido de ayer porque, sin restar mérito alguno al rival, me pareció una pantomima. Ahora toca mirar hacia adelante sabiendo que, como primera medida, en esta categoría hay que armarse desde la retaguardia. También el nuevo entrenador tendrá una labor artesanal en busca del protagonismo de Pozo. Si se logra la referida seguridad defensiva y a la vez se sabe extraer lo mejor del centrocampista malagueño, pienso que se habrá logrado más del 50% del éxito. Son dos objetivos claros que facilitarían el resto de la tarea en busca de una salvación complicada, más por los vicios del propio Almería, que por el potencial de los contrarios. La guinda sería recuperar a un jugador como Azeez. Ojalá que de aquí al final, todos vayan a una.
Se podía haber evitado
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