El mejor cine se rueda en el Mediterráneo
19 Noviembre, 2016
El meta Juan Carlos, muy inspirado en el uno contra uno, evitó que la goleada fuese mucho mayor. / FOTOS: JAVIER ALONSO
El Almería remonta un gol adverso en propia puerta de Ximo con juego combinativo, profundidad por bandas y posesión
Puertas empata de cabeza antes del descanso y Quique hace el 2-1 en la segunda
A fuerza de variar sus postulados iniciáticos Fernando Soriano está muy cerca de dar con la tecla y convertir a un equipo que en fases del campeonato ha resultado mediocre en un conjunto capaz de jugar al fútbol como los ángeles. Al menos cuando actúa al calor del Estadio Mediterráneo, pues la versión a domicilio todavía es harina de otro costal. Todo se andará.
Llegaba a Almería un Elche con la moral subida por la posibilidad de encaramarse a la zona noble de la tabla y de salida todo le iba rodado a los de Toril. Pozo tiraba al muñeco en un mano a mano con Juan Carlos a los dos minutos de juego y acto seguido caía lesionado Fran Vélez, teniendo que dejar su sitio en el campo a Diamanka.
Por si fueran pocos contratiempos el Elche, sin acumular mérito alguno y después de que Pozo rozara de nuevo el gol con un punterazo a pase de Quique, lograba adelantarse en su primer acercamino al área rojiblanca. Un buen centro desde el costado derecho lo remataba a bocajarro Hervías, pero Ximo se cruzaba de forma providencial enviando el balón a córner.
Albacar, especialista donde los haya a balón parado, ponía el esférico en el primer palo buscando la peinada de Guillermo, con tan mala fortuna que Ximo, en su intento de despeje, alojaba la pelota en la escuadra de Casto. La acción recordó al tanto del filial sevillista por la desatención defensiva y al del Córdoba, cuando Trujillo despejó igualmente hacia su propia meta.
La concatenación de golpes no descompuso al Almería, gran síntoma para un equipo que deambula por las alcantarillas de la clasificación. Muy al contrario, los de Soriano se pusieron el mono de trabajo y continuaron jugando al fútbol, tomando el mando de las operaciones el trío de prestidigitadores que secundan a Quique.
No es descabellado señalar que en esos instantes el Almería practicaba fútbol de muchos kilates, de un nivel no visto en la división de plata, cuya consecuencia fue una retahíla de ocasiones, entre las que figuraron un centro-chut envenenado de Fidel, una galopada de Quique yéndose en velocidad de Pelegrín culminada con remate a las piernas de Juan Carlos y un cabezazo de Puertas tras saque de esquina de Fidel atrapado por el meta ilicitano.
El graderío asistía atónito y boquiabierto a una lección magistral de juego combinativo, toque, triangulación, profundización por bandas y posesión fructífera, la obra que ansía todo entrenador que se precie de serlo, facilitada, todo sea puesto en una balanza, por un endeble centro del campo rival que nunca estuvo a la altura de las circunstancias.
El empate llegó por puro acoso en una internada por banda de Nano culminada con centro al área y cabezazo inapelable de Puertas entrando desde atrás como una locomotora. Había temor de que el descanso sirviera al Elche para reordenarse, pero ni por asomo. Los rojiblancos mantuvieron el tempo y ponían el 2-1 en una gran jugada coral con la participación de José Ángel, Pozo, Fidel y finalizada por Quique. Una auténtica delicia. Solo tras haber remontado el Elche fue capaz de inquietar, pero viendo a Casto desde lejos. Si este equipo se endereza a domicilio no se le atisba techo. Las paradojas de Segunda...
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