jueves, 7 de abril de 2016

Pipo ensaya el fatídico 4-2-3-1

Con ese sistema y este plantel el equipo ya naufragó con Sergi, Carrillo y el propio Gorosito a su llegada Manteniendo zaga de cinco entrarían Cuéllar y Vélez

PACO GREGORIO ALMERÍA | ACTUALIZADO 07.04.2016 - 05:02



Gorosito se dispone a golpear el balón en un entrenamiento.



Néstor Gorosito y su cohorte de ayudantes dedicó la sesión de trabajo de ayer miércoles en el anexo Mediterráneo a trabajar aspectos tácticos de cara al encuentro del sábado frente al Alcorcón, disponiendo en la misma dos formaciones distintas para trabajar dibujos igualmente diferentes.



En el sistema habitual de cinco zagueros (probablemente con el que saltará de inicio) la novedad es que para cubrir las bajas por sanción de Morcillo en el eje de la defensa y Lolo Reyes en el doble pivote confía en Carlos Cuéllar y Fran Vélez, respectivamente.



El central madrileño retornaría de este modo al once tras caer lesionado en Tenerife, mientras que Vélez figuraría de nuevo como titular tras su buen partido contra el Mallorca y haber sido suplente en Valladolid.



Hasta ahí todo más o menos normal, ya que el resto de jugadores eran los habituales, con Casto bajo palos, Ximo, Saveljich, Michel y Duba en defensa, José Ángel de mediocentro y Pozo, Ramírez y Quique como tridente ofensivo.



La sorpresa saltó en la segunda prueba de la mañana, cuando el Pipo optó por retomar el manido 1-4-2-3-1 que tantos disgustos le ha ocasionado a la UDA a lo largo del presente curso durante las etapas de Sergi y Carrillo, pero también con el propio Gorosito al frente, ya que empleó dicho esquema en sus primeros encuentros en el banquillo.



Con el avance de las jornadas y a raíz del baño recibido en Butarque prefirió cambiarlo, pero ahora amenaza con retomar el fatídico dibujo (dando entrada a Iván Sánchez), que no casa del mejor modo con las cualidades técnicas del plantel de jugadores que dispone, básicamente por la ausencia de un centrocampista netamente creativo en sus filas.





Resulta incuestionable que dicha variante es más ofensiva que una retaguardia de cinco, pero presenta el problema de que el equipo se descose con suma facilidad, tal y como quedó evidenciado en el propio ensayo, en el que el equipo que jugaba con cuatro jugadores ofensivos tenía más llegada al área, pero a la vez daba mayores facilidades defensivas. El eterno dilema de la manta que se queda corta y bien descubre la cabeza o bien deja al descubierto los pies. Es de extrañar que a estas alturas ningún técnico haya probado el clásico 1-4-4-2, pese a que los mimbres del plantel, con buenos carrileros y extremos y la opción de jugar con dos arietes, así lo recomiendan.

Pipo ensaya el fatídico 4-2-3-1

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