El ghanés dice que lo ha pasado peor en Almería que en Granada o Madrid con el Rayo "Hubo momentos que no podía ni entrar al Centro Comercial"
PACO GREGORIO | ALMERÍA 02.02.2016
Mohamed Fatau (23 años) posa para Diario de Almería tras participar en la tertulia de Onda Deportiva.
A Mohamed Fatau la vida y el fútbol le vuelven a sonreír bajo el manto de Néstor Gorosito, al igual que otros compañeros han caído en desgracia. Es lo que tiene tanto cambio de entrenador, que unos te abren la puerta de salida mientras para otros te conviertes en imprescindible. Que se lo pregunten a Puertas si no.
En el caso concreto de Fatau el jugador ghanés desvelaba ayer en la tertulia que Onda Deportiva y Diario de Almería comparten los lunes que estuvo a punto de hacer las maletas en las pasadas navidades debido a su situación deportiva (no rascaba bola para Joan Carrillo) y a las tiranteces con personas de la calle que ni tan siquiera pueden calificarse como aficionados.
Con una sinceridad pasmosa el jugador africano relataba los hechos que estuvieron a punto de provocar su marcha al poco de abrirse el mercado invernal que anoche echaba el cierre: "Soy un jugador al que no le gusta esconder las cosas ni mentir. Es verdad que quería irme del Almería porque la gente a lo mejor me ve tranquilo, pero nadie sabe las cosas que hay. Viví momentos muy duros que no viví nunca ni en Granada ni en el Rayo".
Según su narración, la cosa llegó hasta tal punto que temió por su integridad física: "Había momentos en los que no podía ni entrar al Centro Comercial por los insultos. En un locutorio donde voy a mandar dinero a mi familia vinieron dos tíos a tocarme la cara y decirme que espabilara llamándome hijo puta".
Esa tensión acumulada a lo largo de las semanas es la que derivó en el estallido de rabia tras marcar ante la Llagostera, cuando mandó callar a los aficionados presentes en el Estadio de los Juegos Mediterráneos metiendo erróneamente a todos en el mismo saco, circunstancia por la que ya se mostró arrepentido y pidió perdón a través de redes sociales.
Las cosas empezaban a funcionarle a las órdenes del técnico bonaerense después de haber pasado su particular travesía del desierto con Carrillo: "No confiaba en mí, aunque al principio decía que era su jugador favorito. En esos momentos necesitábamos soluciones, no excusas. En Navidad no estuve a gusto y no fui a mi país, me quedé en Almería porque busqué salidas".
Hasta tal punto llegó su convicción que confiesa incluso haberse llevado las botas del vestuario hasta que la intercesión de Alberto Benito y el fichaje de Gorosito le hicieron recapacitar: "Hablé con Benito y me llevé las botas del vestuario porque tenía todo pensado para irme, pero cuando vino Gorosito parece que soñé con él. Empezó su primera reunión y vi que con este entrenador podía dar lo mejor de mí mismo".
Para el director deportivo son sus palabras de agradecimiento por haberlo apoyado cuando peor lo estaba pasando: "A Benito lo respeto mucho porque en los malos momentos me da consejos y habla conmigo. Ahora quiero quedarme hasta final de temporada", matiza convencido.
Con Gorosito parece haber recuperado su mejor versión, tal y como mostró ante el Zaragoza formando pareja con José Ángel, a quien piropea por su despliegue físico: "A José Ángel lo felicité después del partido porque aparte de Chuli, por sus dos goles, él fue de los mejores. Hizo un trabajo muy bueno, sabía controlar el juego y no perdía la posición".
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