| ACTUALIZADO 29.11.2015
Montoro realiza un control con el pecho.
Cuando uno se lleva un chasco como el de ayer, lo normal es que en caliente todo se quiera tirar por la borda. Sin embargo, en frío hay que valorar que el trabajo del Almería no fue el mismo que el de las jornadas anteriores. Sin mostrar todo el fútbol que se esperaba de este equipo, ayer hubo argumentos para ganar el partido y confiar en que la situación se va a enmendar.
El Almería sigue ansioso, la ley de que todo lo que le pueda salir mal, le va a salir, la lleva tatuada en la frente. Sin embargo, Carrillo está probando opciones en cada partido y poco a poco va encontrando un equipo un tanto más sólido, a falta de que la enfermería se vacíe. Una vez que ha cerrado el coladero que era la defensa, ayer mejoró el centro del campo con la presencia como pivote de Fran Vélez y con Montoro como hombre más llegador. Sin llegar a ser mediapunta, el ex del Recreativo sí que se descolgaba y daba al Almería algo más de verticalidad que hasta ahora, en el que el juego era plano, insulso, horizontal.
Hizo buena sociedad por la derecha con Jonathan, cuya recuperación la ha agradecido el equipo, puesto que sus galopadas son necesarias en estos momentos en los que nadie encara y se marcha de su par. Montoro propició que el Almería tuviera más posesión y moviera el balón con criterio en ciertas fases del encuentro. Falta un buen resultado, el que ayer estuvo en la mano, para consolidar todas estas conjeturas.
Una medular diferente
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