martes, 29 de septiembre de 2015

De Segunda B, como el equipo

Hay que repartir el mérito de un partido tan horrendo entre todos sus protagonistas · No desentonó dentro de la desidia y la incapacidad
| ACTUALIZADO 28.09.2015 


Iván Sánchez aguanta el balón ante la presión de Paredes.

Es difícil jugar tan mal al fútbol. Bueno, jugar al fútbol es una cosa y ver lo que está haciendo el Almería en estas jornadas otra bien distinta. Sin actitud, sin ganas, sin espíritu y sin tener ni pajolera idea de cómo ganar un partido, el equipo es una comparsa, una broma de mal gusto. Tiene mérito hacerlo tan sumamente mal en Segunda División y permitir que los rivales te pasen por encima como si se tratara de la España de Luis Aragonés, cuando la única realidad es que en la portería contraria estaba el portero suplente de un equipo de Tercera División. Pero si se pone Cano, técnico almeriense de porteros del Alba, o el que les escribe, el resultado hubiese sido el mismo.

Hacer un análisis de un jugador rojiblanco ayer es imposible. Además, no tiene sentido porque no se trató de un fallo puntual si no de una filosofía de trabajo. La imagen fue patética, siendo benévolo en la afirmación. Un equipo profesional debe tener una serie de virtudes de las que el Almería no muestra ni una. Si Sergi buscaba un estilo parecido al del Barcelona de Guardiola, más bien su equipo es un clon del de Van Gaal. Visto lo visto y siendo muy ventajista, Corona ha sido el más listo.

Los minutos en los que Iván estuvo en el terreno de juego no jugó, deambuló como sus compañeros. El jiennense tiene calidad, desborde, chut y muchas otras cualidades que no es que no asomaran ayer, es que no era capaz ni de controlar un balón que le venía al pie. Un futbolista que ha puesto al Mediterráneo en pie con golazos de falta con el filial, no es incapaz de colgar el esférico sobre la meta rival. Sin embargo, dos sacó en el Carlos Belmonte y las dos fueron a la altura de la rodilla al borde del área grande. Un zurdo de su calidad, que sale ante Osasuna y se marcha de su par en la primera jugada con una facilidad pasmosa, no debe pifiar el primer control y perder el cuero que, después de una serie de errores en cadena que sería difícil verla hasta en Preferente, significaba el 1-0.

La excusa de que ese primer gol hizo mucho daño, tiene validez. Los nervios dependen de quién meta el balón en las mallas. Pero es que el Almería es el culpable de sus males, no es un equipo de Segunda [no porque tenga jugadores de Primera, sino que su nivel da para luchar por la permanencia a duras penas en Segunda B] y no se molesta en adaptarse. El guardiolismo era la templanza de Xavi y la calidad de Messi, que no caben en Segunda, como tampoco el juego plano, la mente obtusa y la falta de personalidad rojiblanca. Iván fue sólo la 'b' de la palabra 'lamentables', un adjetivo de los muchos que ayer usaría la afición y que los futbolistas autocríticos también pensarían de su partido.
De Segunda B, como el equipo

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