Yo fallo, tú fallas, él falla
Lección ejemplar: en Primera División no vale con los méritos ni conformarse con la actitud Increíble las ocasiones que se erraron por una mezcla de nerviosismo y falta de calidad
| ACTUALIZADO 02.12.2014 - 05:02
Jonathan, que falló tanto como peleó, pugna por un balón.
Aunque hacía un día de la pelea entre ultras en Madrid, las heridas siguen abiertas en el mundo del fútbol. Por eso se leyó un comunicado, poca cosa después del mucho daño que han hecho todos estos grupos, por eso Almería también mostró que aquí no se apoya la violencia y fueron muchas las pancartas en las gradas condenando esos lamentables hechos que deben marcar un antes y un después.
Hubo un gesto que fue una auténtica declaración de intenciones. Como hacen al finalizar todos los partidos, los jugadores se reunieron en el círculo central y aplaudieron a la graderío. Un gesto muy taurino para buscar la suerte y pedirle a la hinchada ese plus que tanta falta hace cuando las fuerzas flaquean. Tras los prolegómenos, el encuentro comenzó con una intensidad que el Rayo no se esperaba. Los rojiblancos salieron más fuertes que de costumbre y le quitaban el balón con facilidad a los madrileños. Ximo entraba una vez y otra por su banda como quería y el balón estaba constantemente en el área rayista aunque nadie se decidía a tirar. El peligro merodeaba la meta de Cristian, pero se esfumaba porque nadie se atrevía a chutar. Entre pase y pase, fallo. Curiosamente, el primero que lo hizo fue Licá, tras un balón que se come Duba, y Rubén tiene que hincar la rodilla en tierra para evitar el primer chasco.
Francisco había conseguido que a Jémez se lo comieran los demonios, su defensa tenía dos amarillas en menos de 15 minutos. El Rayo podía contener a duras penas a la caballería rojiblanca que, sin embargo, se desbocaba cuando tenía que finalizar y como le ocurrió a Jonathan, no levantó la cabeza y envió el balón a las nubes cuando Cristian Álvarez ya casi se había resignado a encajar el tanto. Silva, que se había venido a la derecha con Ximo, el mejor carril rojiblanco en la primera parte, hizo virguerías una y otra vez con Quini. Un centro suyo no encontró rematador en la misma línea de gol y poco después vio cómo Jonathan chutaba al limbo en vez de cedérsela cuando estaba en una posición inmejorable. El equipo estaba soberbio en el esfuerzo pero horrible en la definición. ¿Otro ejemplo? Thievy se la pone a la derecha a Hemed en la frontal y el balón acaba en saque de esquina. No sólo de méritos vive el fútbol, también se necesita efectividad. El equipo quiso y tuvo un carácter envidiable, pero le falta algo quizás llamado calidad.
El comienzo de la segunda parte sólo fue la prolongación de la primera. El Almería no paraba de correr, no paraba de fallar y Jémez no paraba de gritar. El voluntarioso Jonathan seguía siendo el mejor aliado de la defensa rayista, otro centro buenísimo lo convirtió en un despeje en vez de en un tiro. La afición no sabía si reírse o llorar. El que sí lloró fue Fran Vélez al romperse muscularmente, el tarraconense le ha dado mucha seguridad al equipo y está dejando claro que su ausencia en las primeras jornadas era una osadía. O un error.
A base de fallos, el Rayo se fue cargando de vida. El Almería seguía necesitando un gol, lo que manda en el fútbol por encima de las tácticas, y entre el cansancio y la necesidad, los espacios comenzaban a aparecer y los vallecanos los encontraban. Fatau puso el congojo en un mano a mano con Rubén, que el ex del Rayo pudo salvar. Las sensaciones ya eran otras, ahora tocaba defender y confiar en la providencia. Pero en el fútbol no existe la mala suerte, cada equipo está donde le corresponde. Los de Jémez habían fallado dos ocasiones, pero a la tercera fue para dentro. La misma que Jonathan no fue capaz ni de enviar a portería, Kakuta no la desaprovechó e hizo el 0-1 para que el Mediterráneo volviera a marcharse decepcionado. Sí, la actitud y la intensidad fue loable, el equipo dio todo lo que tuvo, pero si no tiene más y no le vale para vencer, malo. Esto pinta muy, pero que muy mal.
Yo fallo, tú fallas, él falla
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