lunes, 3 de febrero de 2014

Apagado y fuera de cobertura


En un partido tan importante no vale sólo con no dejar hacer a tu rival. El Elche le enseña al Almería lo que no supo hacer en la ida: perder tiempo
REDACCIÓN | DIARIO DE ALMERÍA

El teléfono móvil del Almería estaba ayer apagado y fuera de cobertura. Apagado porque no tuvo más ideas que la de defender, no había lucidez para meterle un susto en el cuerpo a un Elche que sólo demostró una cosa más que los rojiblancos: ganas de ganar. Sólo una cosa, pero bien importante. Fuera de cobertura desde el momento en que el plan A se le fue al garete. Ahí se le acabaron los recursos a un equipo plano, que no generó ocasiones claras [quizás tampoco el Elche, pero sólo con el potrero chut del gol, ya tuvo más bagaje ofensivo] y que dejó la sensación de que en el mercado de invierno, por poco producto que tuvieran los tenderos, siempre habría carne que, aunque no fuera fresca, bien servía para presentar un plato algo más consistente.

Pizarra emborronada. El trivote sigue sin dar resultado. Francisco busca que el rival no circule el balón con comodidad, pero ni lo consigue ni le sirve al Almería para tener posesión. Conforme se adelantó el Elche, que era cuestión de tiempo, tuvo que cambiar de táctica para ver si eran por lo menos capaces de llegar al área de Toño.

A la banda. No es una posición nueva para él, pero sí para los aficionados rojiblancos. Óscar Díaz entró por Aleix Vidal y se situó en banda. Lo normal, según los papeles, es que se hubiera colocado en punta y Jonathan, acostumbrado al extremo y que tampoco lleva el gol en su sombra, que hubiese pasado al puesto de Aleix. No fue así pese a que el equipo necesitaba urgentemente un gol. Como es normal, el rendimiento del madrileño no fue el de un extremo nato.

Hombre al suelo. Pocos equipos se quejan más a los árbitros y demuestran ser más milindes al choque el Elche. Cada dos por tres, cuando había un encontronazo por el balón, el árbitro paraba el juego para atender a un ilicitano. Y si no lo hacía, aunque es su obligación, los jugadores de Escribá se desquiciaban y se dirigían con mal carácter a los almerienses a que lo tiraran fuera. En la segunda parte, ya con ventaja en el marcador, no había jugada en la que no hubiera que parar para atender a un jugador local. Una manera inteligente y lícita de romper el ritmo, algo que el Almería no supo hacer en la primera vuelta y tanto le costó precisamente ante este mismo rival.

Peligrosa jornada. Todos los equipos de abajo sumaron, a excepción de los rojiblancos. Con el Atlético de Madrid y el Levante, otro rival experimentado y que sabe utilizar a la perfección las otras artes, en el horizonte, la derrota de ayer es más peligrosa de lo que parece.
Apagado y fuera de cobertura

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