El talaverano recuperó balones como nunca y tuvo que multiplicarse para frenar a los centrocampistas visitantes. Peligrosos disparos lejanos
PABLO LAYNEZ | DIARIO DE ALMERÍA
Hay partidos en los que un jugador brilla por sus pases y otros en los que su trabajo de recuperación merece el aplauso de los aficionados aunque su juego sea menos vistoso. Corona ayer se lo ganó de esta segunda forma. Cuando el Girona jugó, que lo hizo a ratos, a la sala de máquinas del conjunto rojiblanco no le quedó otra que aparcar el toque y fajarse para recuperar el balón. Como la gran mayoría de equipos de la actual escuela catalana, el equipo de Rubi tocó mucho en el centro del campo, buscó siempre el pase corto y acumuló muchos hombres entre líneas.
Pese a haber participado en la jugada del 1-0 en los primeros segundos de partido, Corona no vivía en la primera parte con la tranquilidad de tener el marcador a favor. El Girona no tardó en dar un paso al frente y a elevar claramente la posesión a su favor. El talaverano se juntó con Verza, presionó la salida del balón sobre Tébar, el que más bola tocaba en el cuadro visitante, y corrió como el que más persiguiendo rivales. Hasta que llegó el 1-1, los de Rubi devolvieron el cuero al Almería y éste comenzó a crear juego.
Muy cerca anduvo Corona de poner en franquicia a los rojiblancos al final de la primera parte, pero su tiro se estrelló en el larguero. Poco a poco, los almerienses se han dado cuenta de que tienen buenos lanzadores desde media distancias y han sabido sacar partida de esta faceta. Ya en la segunda parte, con un Girona buscando contras, Soriano retrasó un poco su posición para ayudar a Verza y Corona, que encontraron en el maño la vía de escape para superar la línea de presión catalana. Muy cansado por todo lo que tuvo que correr también para cerrar las subidas de los laterales, Corona estalló de júbilo en el banquillo con el gol de Charles al final.
El sacrificio, otra gran virtud
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