Para los de Fabri ya no es tan importante el dibujo táctico como la actitud con la que afronten el partido
JORDI FOLQUÉ | IDEAL
No pasa por su mejor momento histórico el Rácing de Santander. Sumido en una deuda económica asfixiante, con la autoestima baja después de que su mecenas indio le saliera rana, con el descenso de categoría y, además, con la llegada de Fabri tras su espantada en Huesca, los resultados deportivos responden a toda una lógica caótica.
Pocos de los mejores jugadores del Rácing siguen allí en la actual temporada en la que el equipo ha tenido que reinventarse con excesivas dificultades. De hecho, de cara al partido del domingo, los aficionados están gastando sus energías en convocar algún tipo de protesta llamativa hacia el palco, pidiendo el fin del consejo de administración, del técnico y la llegada de nuevas ideas. Que el rival sea el Almería importa poco en tierras cántabras, aunque la reciente eliminación en Copa de los de Javi Gracia, más aún después del desgaste de la prórroga, es de lo poco positivo a lo que en la actualidad se agarran los seguidores.
Fabri, desde su llegada a Santander, pudo comprobar que afecto y buena imagen no le sobran por aquellas tierras. Quizás por eso el peculiar técnico ya ha empezado, hace algunas semanas, su particular batalla contra la prensa y hasta contra la propia directiva. «Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad, por supuesto. Yo soy un culpable más, pero no el máximo, porque no soy el que ha confeccionado este grupo. Pero lo único que se puede hacer para solucionar la situación es ayudar. Desde todos los puntos. A modo de refuerzos y, sobre todo, calmando el ambiente. Esto no puede ser una guerra civil constante», comentó Fabri hace solo un par de jornadas.
Esquemas tácticos
Cuestiones extradeportivas al margen, el Rácing tiene argumentos suficientes para no estar tan abajo en la clasificación. Con Sortres, la portería está muy bien cubierta, ya que cada semana, en la victoria o en la derrota, el meta siempre deja detalles de alto nivel. En la defensa, Rochela, Francis y Goikoetxea son habituales de un sistema muy defensivo de Fabri.
El técnico, sin embargo, pese a su fama de jugar muy cerrado, suele combinar a lo largo de los partidos y de las jornadas varios sistemas de juego. Solo en el último mes ha probado en varias ocasiones con un 4-4-2 tradicional, combinado con un 4-3-3 como el que utilizó ante el Villarreal y que, pese a parecer ofensivo, fue realmente ultradefensivo, ya que las líneas se juntaron muy atrás. Quizás el sistema más reclamado por el aficionado sea un 4-2-3-1, con Gullón y Óscar Pérez en el doble pivote, Jairo, Bouazza y Ferreiro en la línea de tres y Kaludjerovic en la punta del ataque. Pocas son las veces que Fabri atiende a este reclamo que, en cualquier caso, también tiene sus detractores por cuanto Bouzza está en tela de juicio desde el principio del campeonato y no es el único de los futbolistas en esta situación.
Opciones ofensivas
Hombres como Dorca, Koné o el interior israelí Assulin están demostrando, pese a combinar la titularidad y la suplencia, que pueden hacer del ataque cántabro un constante peligro si se les deja hacer y no están sometidos al corsé táctico. Lobato, por banda y con cambios constantes, busca asociaciones con sus compañeros aumentando las posibilidades que tiene el Rácing para jugar más abierto. De momento, pese a los intentos, el éxito en esta forma de jugar no llega.
Sea como fuere, de cara al partido contra el Almería, cualquier cuestión táctica carece de relevancia. Lo importante, lo que puede modificar el ritmo del partido no es tanto el dibujo blanquiverde sobre el césped de El Sardinero como la actitud, la mentalidad y la motivación con la que los racinguistas afronten el choque. El Rácing de Santander es un equipo herido, como también lo será el Almería tras su eliminación copera, por lo que el ímpetu y la fe será más determinante que cualquier batalla táctica.
El Rácing busca recuperar su identidad en pleno caos general
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